Un escritor de Landete crea un cómic sobre la antigua vida en los pueblos de la zona

César Sebastián nació en Landete y vivió en esta localidad de Cuenca hasta los trece años. Es el pueblo de su familia materna. Su padre es de la cercana localidad valenciana de Sinarcas. Entre sus recuerdos y las anécdotas y costumbres que le ha ido contando su padre sobre cómo era la vida en los pueblos en décadas pasadas ha conformado su primera novela gráfica, su primer cómic.

En Hoy por Hoy Cuenca han conversado con él para conocerle y para contarle a los oyentes cómo es este libro titulado Ronson (Autsaider Cómics), editado a principios de marzo y que ya está dando buenas satisfacciones a su autor tanto en ventas como en el retorno de las críticas e impresiones de los primeros lectores.

César Sebastián estudio Bellas Artes en la Facultad San Carlos de Valencia, es ilustrador y dibujante, ha trabajado como autor de portadas de discos y libros, ha ilustrado libros de textos y trabaja en la editorial El Nadir donde se ocupa de la edición gráfica.

De su infancia en Landete tiene “buenos recuerdos”, dice. “Crecer en un pueblo tan pequeño te da una gran libertad desde una edad muy temprana a la hora de moverte con tus amigos. Me siento muy privilegiado por haber crecido allí”.

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En las páginas de este libro se cuenta la vida de los tiempos de misa diaria, de jugar en la calle, de apedrear a los perros, de fumar a escondidas, de cazar pájaros o leer tebeos. “Mucho de lo que reflejo en el cómic es lo que me contaba mi padre y que a mí me resultaban ajenas e incluso brutales”, nos cuenta. “Otras sí que me resultaban familiares y esa mezcla de familiaridad y extrañeza es lo que está bastante presente en Ronson”.

Historias de Sinarcas y de Landete que se pueden extrapolar a los pueblos de Cuenca y de toda España. “Son pueblos que se asemejan bastante e incluso, ahora que el libro está ya la venta, muchos me comentan que les recuerda a su infancia y son personas de otros sitios”, comenta Sebastián.

Más allá de las historias, el libro está ilustrado y a través de las viñetas nos adentramos en paisajes conocidos y en casas antiguas donde vemos, en portales y alcobas, aperos de labranza y utensilios que nos traen recuerdos de cómo era la vida de nuestros padres. “Ha sido un trabajo muy laborioso para retratar esa realidad rural tan concreta de hace años, requiere mucha documentación y hay que ser muy concienzudo si tienes la voluntad de reflejar de forma muy fiel cómo era. Hay que prestar atención a detalles mínimos. Dibujar es como mirar el mundo de una forma distinta, te obliga a penetrar más y fijarte en detalles que quizás los demás pasan por alto”.

Todo el libro está impregnado de unos tonos sepia de fotos antiguas. “Quería usar un color que evocase otra época y pretende situar el relato temporalmente”, apunta.

El cómic está plagado de anécdotas sobre enemistades por culpa de las lides, sobre la aventura de salir a cazar de noche y toparte con la guardia civil, sobre aquellos años difíciles pero felices que los lectores van a reconocer, como el autor, en las historias del pueblo que siempre han contado padres y abuelos.

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