Oleada de robos de ajo morado en plena campaña en Cuenca
Agricultores como Ruperto Mesas denuncian el saqueo organizado de toneladas de producto en San Clemente y otras zonas de la comarca
Se aproxima
el final de la cosecha con una creciente preocupación por la seguridad
Queda poco
más de una semana para finalizar la campaña del
ajo morado en la provincia de Cuenca, uno de los productos
agrícolas más apreciados y con mayor valor del mercado, por el que se llega a pagar hasta dos euros el kilo al agricultor. Sin
embargo, el final de la campaña llega acompañado de una inquietante ola de robos organizados, que está afectando de forma
directa a productores de municipios como San Clemente.
Grupos
perfectamente estructurados están aprovechando el proceso de recolección para sustraer toneladas de ajo que posteriormente
distribuyen por canales desconocidos. Ruperto Mesas, agricultor afectado, ha
denunciado públicamente la situación: “los robos se
han multiplicado por toda la comarca”, y asegura que muchos
compañeros han tenido que organizar guardias
nocturnas para vigilar sus tierras y frenar los saqueos.
Robos
valorados en miles de euros
En su caso,
Mesas ha perdido cerca de cuatro toneladas de ajo
en rama, con un valor estimado entre 7.000
y 8.000 euros. Para evitar más sustracciones, se ha visto
obligado a patrullar el entorno de sus fincas, exponiéndose a
situaciones peligrosas. “No tiene sentido que un agricultor deba hacer esta
labor, de modo que se expone a ser agredido o incluso a causar lesiones a otra
persona, que también puede traer consecuencias muy graves”, lamenta.
A la
desesperación se suma una crítica directa a la gestión de los recursos
públicos: “El Estado no tiene agentes para evitar los robos, pero sí tiene
personal para vigilar los tratamientos que realizamos o el agua que consumimos”,
denuncia el productor manchego.
Una campaña
exigente, ahora marcada por la inseguridad
El ajo morado de Cuenca se recolecta habitualmente a
partir de la una de la madrugada, con el fin de evitar las
temperaturas extremas que se registran en esta época del año. Una vez
arrancados, los manojos de ajo se dejan
orear durante cuatro o cinco días sobre el terreno antes de
proceder al corte, que se realiza gradualmente, avanzando de un extremo de la
finca al otro. Este periodo de oreo, crucial para la calidad del producto, es
precisamente el más vulnerable a los robos,
ya que los ajos quedan expuestos a plena vista.
Los
agricultores afectados piden mayor
presencia de las fuerzas de seguridad en el campo y medidas
urgentes que frenen una situación que califican de insostenible. Mientras
tanto, la campaña del ajo morado, uno de los símbolos de la agricultura
conquense, se ve empañada por la impunidad de quienes arrasan
fincas enteras en plena noche.