“¿Por qué con 84 años me remango las sayas y hago un ‘calvo’?”
María Josefa Escribano, 84 años, vecina de Quintanar del Rey
Tengo más de 80 años y se han hecho famosas mis amplias bragas donde mi hija escribió un NO rotundo. Jamás pensé en mi vida remangarme las sayas y mostrar el trasero en público y ante las cámaras, pero cuando a una le tocan su tierra hace eso y más.
Llevamos más de un año luchando para que no
construyan una macrogranja a 300 metros del pozo de agua de mi pueblo.
Pensábamos que estaba parada cuando de la noche a la mañana han empezado a
levantar las naves industriales a ritmos forzados.
Pero esto no solo pasa en mi pueblo, parece ser que,
cuatro listos que quieren hacerse ricos a costa de lo que sea, han decidido,
con el beneplácito de nuestro Gobierno Regional de Castilla-La Mancha y del
Gobierno de la Nación llenarnos de granjas industriales para exportar la carne
a otros países, sobre todo a China. Tanto que en nuestra comunidad ya hay más
cerdos que habitantes, al final acabarán llamándonos “Gorrina-La Mancha.”
Y ahora seguro que te preguntarás porqué sé todo
esto, pues ni más ni menos porque me informo, porque hay un grupo de personas
en mi pueblo y en otros de los pueblos de Cuenca y Albacete que les está
pasando lo mismo. Tengo 84 años, pero no soy tonta y sé que lo que tengo que
hacer es apoyar a las personas que luchan por el futuro de mi pueblo y no
quedarme mirando a ver qué pasa.
Es una pena que los políticos se plieguen a las
exigencias y la codicia de las grandes empresas y vengan con el sonsonete de la
España vaciada, con el único fin de llenarse los bolsillos a costa de
esquilmarnos y envenenarnos el agua, la tierra y el aire.
Señores y señoras representantes del pueblo en los
Ayuntamientos, Diputaciones, Comunidades, Senado y Congreso de España, dejen de
echar balones fuera y defiendan nuestros territorios, sus territorios.
¡Trabajen por el bien de los pueblos y no por el
beneficio de unos pocos!
No quieran vendernos el rollo de la economía
circular para llenarnos los caminos y carreteras con camiones llenos de
gorrinos y purines.
Luego cuando no tengamos agua potable, tierra fértil
y aire limpio, vendrán echándose las culpas unos a otros, como está pasando en
el Mar Menor o en otras zonas de España. ¿De verdad no lo vieron venir?
Por eso: me remango las sayas y digo: ¡NO!
Hay mucha gente que no comparte esta lucha que
llevamos, que sé que me están criticando por enseñar las bragas, que fíjese
usted, que esto parece un circo, que nos apoyan pero que no comparten nuestras
formas, que lo del “calvo” no lo ven bien… Pero yo voy a hacer lo que tenga que
hacer para defender mi pueblo, que es mi casa y si vienes a envenenar el agua
que bebo me vas a encontrar. Por eso, por mi pasado y por el futuro de mi
pueblo y con ochenta y cuatro años yo me levanto la falda con orgullo y
dignidad y digo:
¡NO A LA GANADERÍA INDUSTRIAL!