El cuartel de la Guardia Civil que hoy es un centro de repoblación
Tragacete, en la Serranía de Cuenca, ha conseguido atraer a tres familias para luchar contra la despoblación
Al llegar, Tragacete está en silencio. Solo se oye el caer del agua de la fuente y la lluvia tozuda que emborrona la belleza de la Serranía de Cuenca. Paco, el del Hostal El Gamo, se apoya en el quicio de la puerta a leer el periódico. Hace meses que aquí son noticia las tres familias que se han mudado a este pueblo de 260 vecinos. El Ayuntamiento ha reconvertido el cuartel de la Guardia Civil en un centro de repoblación, con viviendas de alquiler social y espacio de trabajo en condiciones ventajosas.
La familia
Mendy, de Girona a Tragacete
El pasado mes de enero esta familia de origen
argentino comenzó una nueva vida. Después de mucho buscar, dejaron la Costa
Brava para abrir una ventana a Tragacete. “El alquiler social es de 132 euros
al mes. Además, los seis primeros meses no tenemos que pagar nada. Estas
condiciones nos animaron a dar el paso, porque en otros pueblos no hay vivienda
disponible para los nuevos pobladores”, asegura Andrea.
Su proyecto era abrir una casa rural, pero la
pandemia les obligó a dar un giro de guión. Finalmente han creado un taller de
juguetes artesanos en un espacio cedido también por el Ayuntamiento dentro del
antiguo cuartel de la Guardia Civil. “Lo hacemos todo nosotros. Cogemos la
madera del bosque”, explica Rodolfo, que es un manitas, mientras pule un
elefante de madera que termina con cera de abeja. “Así el juguete está libre de
tóxicos”, asegura Andrea.
Elena y
Emilio, la pareja que dejó la gran ciudad
Fueron los primeros en llegar. Para Elena, la
mudanza a Tragacete fue una vuelta a los orígenes: “Mi familia es de Cuenca.
Quién me iba a decir a mí que dejaría Madrid para establecerme en un pueblo
conquense”. No se arrepiente. En su caso, el taller es un espacio de almacenaje
y la sede de dos tiendas online. “Hemos tenido algunos cortes de Internet pero
es verdad que, de momento, hemos podido trabajar sin problemas”.
Elena vende productos que no generan residuos, algo
que aplica a su día a día. “Esto es un acondicionador sólido que prescinde del
envase de plástico”, explica. Su pareja, Emilio Ferrández, convirtió su pasión
por el Medievo en un trabajo a través de una tienda online de recreación
histórica. ¿Cuál es el principal reto de trabajar desde un pueblo pequeño como
Tragacete? “Los servicios de mensajería. No funcionan bien pero, al menos, los
hay. Hay que coordinarse muy bien con ellos para enviar los pedidos a tiempo”,
explica este ingeniero industrial “encantado” con su nueva vida.
La horma de
los zapatos de la familia Valdés
El camino se hace al andar y la familia Valdés lo
sabe bien. “Llegamos directos desde Argentina a Tragacete”, explica Mercedes.
¿Cómo se toma la decisión de emigrar? “Necesitábamos un lugar con mucha
tranquilidad, porque veníamos de una ciudad, Santa Fe, que se había puesto un
poco peligrosa y queríamos otra cosa para nuestros hijos. Buscamos información
y nos cruzamos con el programa 'Hola Pueblo' y 'Alma Natura' y nos enteramos de
la necesidad de repoblar”.
La idea primigenia era montar una escuela de tiro
con arco, un proyecto que han tenido que aparcar debido a la pandemia.
Finalmente, aprovecharon un hobby que iniciaron en Argentina para montar un
taller de zapatos artesanales en Tragacete. Compraron una Singer centenaria en
Zaragoza y ahora no dan puntada sin hilo. “Nos está costando un poco el tema de
los proveedores, los nombres de las pieles aquí son distintos…”, cuenta
Esteban.
Felipe (10 años) y Vicente (8 años), los dos niños
de la pareja, se han sumado a las clases del colegio. También Antó (3 años), la
hija de la familia Mendy. “El cole tenía riesgo de cerrar por falta de chicos”,
asegura Rodolfo, pero ahora saben que el curso que viene la vida seguirá
correteando por las calles de Tragacete.
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