Las marionetas del mundo encuentran su lugar en Palomera

La Casa de las Marionetas de Palomera ha iniciado oficialmente su actividad este otoño, tras recibir uno de los premios Integra 4.0 en su primera edición y superar un largo camino de preparación. El proyecto, impulsado por Fernando Moya, se ha materializado en un espacio escénico que combina divulgación, programación cultural y una zona expositiva dedicada al universo de los títeres.

El centro alberga una muestra permanente de la compañía Cacaramusa junto a una colección internacional procedente de numerosos países, demostrando la diversidad de técnicas de manipulación y la riqueza artística que encierran las marionetas. Se trata de una propuesta única en la provincia, concebida para acercar al público un arte ancestral que combina imaginación, memoria y tradición.

El diputado de Emprendimiento y Reto Demográfico, Javier Cebrián, visitó recientemente el espacio para conocer de primera mano el funcionamiento de esta nueva iniciativa cultural. Durante el recorrido, destacó el “cuidado, el mimo y la enorme sensibilidad” con los que se ha llevado a cabo la Casa de las Marionetas, un proyecto que —según afirmó— “no solo refuerza la oferta cultural de Cuenca, sino que demuestra que también en los pequeños municipios pueden nacer propuestas innovadoras y de gran valor artístico”.

Cebrián felicitó a Fernando Moya por su esfuerzo y valentía, subrayando que este espacio no solo es un lugar para exhibir marionetas, sino una herramienta para transmitir a toda la sociedad, y especialmente a la infancia, la pasión por este arte escénico. “Las marionetas son cultura viva y Palomera tiene ahora un lugar donde este lenguaje artístico puede crecer y emocionar”, señaló.

Por su parte, Moya expresó que este proyecto supone “cumplir el sueño de toda una vida”, al reunir en un lugar físico la trayectoria, la investigación y la creatividad acumulada durante décadas. Adelantó además que estas Navidades la Casa de las Marionetas ofrecerá actuaciones propias y talleres formativos, porque —como defendió— “los títeres son para todos los públicos, sin excepción, y su magia pertenece a niños y adultos por igual”.

Con su apertura, Palomera se convierte en un foco cultural singular dentro de la provincia de Cuenca, donde los hilos dejan de ocultarse y las marionetas encuentran una casa propia para seguir contando historias.

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