Cuenca se rinde ante la ópera de La Carroza del Real en una noche mágica en la Plaza Mayor

Más de 1.500 personas vibran con un espectáculo lírico único que llenó de música y arte el corazón de la ciudad

Cuenca ha vivido una de esas noches que quedan grabadas en la memoria colectiva. Ante un público entregado de más de 1.500 personas, la Plaza Mayor se transformó en un escenario lírico bajo las estrellas, acogiendo el espectáculo de La Carroza del Real, una iniciativa del Teatro Real que acerca la ópera a plazas y espacios abiertos de toda España.

Una velada de arte y emoción

Las arias y duetos, interpretados con brillantez por los artistas de La Carroza del Real, llenaron el aire conquense de emoción y belleza. Las voces, potentes y delicadas a la vez, resonaron entre las fachadas históricas, fundiéndose con la arquitectura y el murmullo del público que, en silencio, escuchaba cada nota con admiración.

A pesar de la amenaza de lluvia, el cielo respetó el encuentro y permitió que la velada se desarrollara con total normalidad. El ambiente fue cálido y festivo, con el público ovacionando a los intérpretes tras cada pieza. “Ha sido una experiencia inolvidable, de esas que solo Cuenca puede ofrecer”, comentaba una espectadora al finalizar el concierto.

Presencia institucional y apoyo al arte

Entre los asistentes se encontraban el alcalde de Cuenca, Darío Dolz, miembros de la Corporación municipal y representantes de instituciones, empresas y entidades culturales de toda la provincia, que quisieron respaldar esta cita con la ópera. Dolz destacó “la importancia de acercar la cultura y la música de primer nivel a todos los públicos, en un entorno tan privilegiado como nuestra Plaza Mayor”.

El evento formó parte del compromiso del Teatro Real por democratizar la ópera, sacándola de los grandes teatros para llevarla a las calles y plazas, donde el público puede sentirla de cerca. Cuenca se convirtió así en una parada destacada de este recorrido cultural que está llenando de música los rincones más bellos del país.

Una noche para el recuerdo

Cuando cayó el telón simbólico y la última nota se apagó entre los aplausos, la sensación fue unánime: Cuenca había vivido una noche mágica. La fusión de arte, patrimonio y emoción convirtió el espectáculo en un momento de comunión colectiva con la música, uniendo a artistas y espectadores en una experiencia que muchos describieron como “única e irrepetible”.

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