El esqueleto de Tola, la osa conquense de El Hosquillo, ya forma parte del Museo del Oso de Asturias
El esqueleto de la osa ‘Tola’,
que junto a su hermana ‘Paca’ vivió durante cinco años en el parque de El
Hosquillo, en la Serranía de Cuenca, se ha incorporado a la colección
expositiva de la Casa del Oso, sede de la Fundación Oso de Asturias (FOA).
Las dos osas vivieron durante
años en un cercado de Proza y se convirtieron en un emblema de la recuperación
de esta especie en la Cordillera Cantábrica a finales del siglo pasado, tras
ser recuperadas en 1989 por la Guardia Civil, meses después de que unos
furtivos mataran a su madre y las capturasen.
Tola falleció en enero de 2018,
cuando contaba con 29 años, una edad muy avanzada para este tipo de animales
que la hacían moverse con dificultad.
El técnico de laboratorio José
Antonio Pis ha sido el encargado de la reconstrucción y acondicionamiento de
los restos óseos de Tola.
El esqueleto está dispuesto a
cuatro patas, simulando la postura natural de la osa al caminar y en él se
pueden observar los problemas óseos comunes en animales de avanzada edad,
máxime cuando esta aumenta en los ejemplares que viven en semicautividad y con
alto peso, como era este caso, informa la FAO.
Su hermana Paca continúa viviendo
en el cercado de la Casa del Oso, donde comparte instalaciones con ‘Molina’,
una osa que llegó a este recinto en 2013, ocho meses después de que fuese
rescatada tras sufrir un desprendimiento, al no ser viable su reintroducción en
el medio natural.
Paca y Tola se convirtieron en un
símbolo de la lucha por la recuperación del oso pardo, especie en peligro de
extinción, desde que fueron entregadas al Fondo Asturiano para la Protección de
Animales Salvajes (FAPAS) en junio de 1989 cuando contaban cinco meses después
de que dos cazadores furtivos mataran a su madre.
Posteriormente, las osas, tras
permanecer acogidas durante algún tiempo en Cataluña, vivieron durante cinco
años en el Parque Cinegético Nacional de El Hosquillo, en Cuenca, hasta que el
Gobierno asturiano habilitó el cercado en el que convivieron durante años.
El recinto, integrado en una ruta turística denominada “La senda del Oso”, fue construido en 1996 y es visitado cada año por miles de personas que reciben información sobre la importancia de la conservación del oso pardo en su hábitat natural de la Cordillera Cantábrica.
En el mismo recinto se llevó a cabo un intento de reproducción en cautividad introduciendo en el cercado al oso “Furaco”, trasladado desde el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, en Cantabria, para que se aparease con las osas.
En 2012, y tras ser montada en varias ocasiones por Furaco, el personal de la Fundación Oso descubrió en la zona donde había dormido a “Tola” el cadáver de un osezno recién nacido con un peso de 330 gramos y aparentemente fallecido por un aplastamiento causado por la madre.
Tola no había dado los días
anteriores ninguna muestra de comportamiento anormal y como es habitual en su
especie no había forma de percibir su estado durante el periodo de gestación.
Previamente había sido examinada con frecuencia por servicios veterinarios dados
sus problemas de movilidad por los que había estado sometida a vigilancia y a
tratamiento.