¿Son cinco autobuses mejor que un tren?
A principios de marzo, el Ayuntamiento de Cuenca
aprobó únicamente con los votos del PSOE que la entidad local se adhiera al
'Proyecto con Cuenca'. “La línea lleva años muerta y nadie la va a devolver a
la vida”, aseguró el alcalde de la capital, Darío Dolz, quien pedía al resto de
los concejales que votasen a favor de la iniciativa. Sin embargo, los ediles
del PP, Ciudadanos, Cuenca en Marcha! y una de Cuenca nos Une votaron en
contra, mientras que hubo tres abstenciones de los otros concejales de este
grupo.
Tal como detalla elDiario.es, desde que se anunció el proyecto, en noviembre del
año pasado, la polémica ha estado servida. En concreto, por la apuesta por la
alta velocidad y la supresión de la línea convencional. El profesor Pablo
Salvador Zuriaga, de la Universidad Politécnica de València, ha realizado un
estudio, a título personal, en el que se estudia la estrategia de movilidad,
utilizando como base el uso del ferrocarril y del transporte de carretera.
En el documento 'Estrategia de movilidad basada en
la intermodalidad FFCC + carretera', el docente plantea un análisis que incluye
las alternativas para su implantación, tomando en cuenta la posibilidad de una
prestación directa, la concesión de licencias de taxi o VTC o el servicio de
buses a demanda. También explica los pros y los contras, así como las
Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades, DAFO, de este modelo.
La línea “está en condiciones”
Salvador es profesor contratado doctor del
departamento de Ingeniería e Infraestructura de los Transportes en la
Universidad valenciana. “Hice este estudio porque vi que la información en
relación al 'Plan x Cuenca' era muy escasa e incompleta, y no analizaba las
alternativas al servicio que puede dar una línea que está en condiciones”,
explica a esta redacción. Desde la Universidad Politécnica de Valècia se había
realizado ya un estudio sobre esta línea, con un modelo de marchas y consumos
en el que se calculaban velocidades y en el que se planteaban distintas paradas
comerciales y que había calculado distintos tiempos de viaje.
“Si en vez de este autobús a demanda que se plantea,
aprovechamos la línea y metemos servicio a demanda para pueblos como Villora y
los aprovechamos para conectar los pueblos cercanos a la línea, en tiempos y en
precio se puede mejorar bastante”, explica el ingeniero. El docente señala, por
ejemplo, el caso de la localidad de Garaballa, cuyo trayecto hasta Cuenca se
calcula en unas tres horas y por quince euros el billete, mientras que con un
transbordo al autobús, se ahorraría hora y media de viaje y prácticamente la
mitad del billete.
Salvador Zuriaga reconoce que mantener la vía de
ferrocarril sería más caro que establecer transporte por carretera, simplemente
por el hecho de que es más sencillo mover un autobús que un ferrocarril. “Pero
lo que dicen es que el servicio no mejoraría, porque la vía es obsoleta, pero
eso no es cierto: funcionaría con menores tiempos de viaje y con menores
precios. Esto debe ser algo complementario a la Alta Velocidad, no un sustituto
del AVE, porque mientras los trenes de alta velocidad hacen su servicio, el
ferrocarril serviría para vertebrar los pueblos”, señala.
“¿Estamos seguros de que el mejor uso que se le
puede dar es que circulen bicicletas por encima?”
Por eso, advierte, no se trata de hablar de “mejor o
peor”, sino de aprovechar y no dejar abandonada una infraestructura que ya está
construida y amortizada. “¿Estamos seguros de que el mejor uso que se le puede
dar es que circulen bicicletas por encima? ¿Nos hemos gastado el dinero en
puentes de este tipo para que circulen vehículos de hasta 100 kilos? ¿Es este
de verdad el mejor uso que podemos darle?”, reflexiona.
Por otro lado, también explica que se debe tratar
con cuidado la idea de que el ferrocarril es, a toda costa, el medio de
transporte más sostenible. De hecho, señala, se tiene que recordar que para
mover un tren hace falta poner en marcha cuatro motores de diesel. “Pero la
situación es que si queremos sustituir el tren por un bus, tenemos que poner un
servicio que pare por todos los pueblos desde la Serranía Baja. Luego otro
desde Cuenca a Tarancón, y que también pare en todos los pueblos. Otro directo
de Cuenca a Tarancón y Madrid, y luego otro directo Valencia-Cuenca, y otro
más, directo entre Valencia y Madrid”, reflexiona el docente.
En resumen: tres autobuses simultáneos y un total de
cinco rutas por carretera para hacer el mismo servicio que hace el tren. “Los
trenes son más seguros y eso se paga”, recalca Salvador. Finalmente, aboga por
mirar con “más perspectiva”, ya que existen nuevas tecnologías en desarrollo,
como el hidrógeno, que será “mucho más sencillo” de implantar en un tren que en
un autobús.
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