La hormiga de fuego, nueva especie invasora en España

 

La venenosa hormiga roja de fuego, un pez que respira fuera del agua y vive en el lodo seco o las mangostas van a ser declarados especies invasoras en España. La expansión de variedades exóticas dañinas para los ecosistemas es un fenómeno en continuo crecimiento.

Suele bastar con que se abra un poco la puerta para que se propaguen y deterioren los ecosistemas donde medran. El Gobierno prevé ampliar la lista de variedades invasoras con tres tipos de hormigas, el pez Paramisgurnus dabryanus, el picudo rojo que devora palmeras, el mioporo (un árbol de las antípodas) y toda la familia de la mangostas y los suricatos –no incluye al meloncillo, una mangosta europea–.

Para entrar en esta lista de invasores no es imprescindible que ya estén expandiéndose. Anteriormente se han catalogado variedades objeto de comercio cuyo escape sería como soltar una bomba de relojería. Una vez que se apruebe su estatus de especie exótica invasora oficial, la ley prohíbe, de manera general, poseerlas, transportarlas y comerciar con ellas. Nada de tener unos suricatos como mascota ni venderlos en tiendas. Nada de transportarlos para abastecer la posible compraventa.

La hormiga roja de fuego pica y es venenosa. Proviene de Suramérica y ha colonizado medio mundo. Ha migrado hacia el norte y, a pesar de que se esperaba que las temperaturas más bajas frenaran su camino, una mayor capacidad de adaptarse por un lado y el calentamiento global de la Tierra por otro han hecho que se la detecte en latitudes que se pensaron vetadas para el insecto. Un perfecto resumen del cóctel que impulsa las invasiones biológicas.

La ONU ya discutía hace casi 15 años la preocupación que presentaba la expansión de la hormiga de fuego por el mundo. “Tiene una gran capacidad para introducirse en cualquier lugar. Una vez conseguido, el comercio internacional hace el resto y les permite diseminarse por todo el mundo”.

En España ya se estudió un caso de picadura de Solenopsis invicta en 2006 en Málaga, que causó una episodio de anafilaxis. Se detectó que el insecto estaba en madera importada. Era el primer caso reportado en España e ilustra la sencilla puerta de entrada por la que las invasiones biológicas penetran.

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