Nace la Asociación en Defensa del Patrimonio de Alcalá de la Vega y El Cubillo”

La agrupación, sin ánimo de lucro, fomentará el respeto, la custodia y la atención “a un legado de nuestros mayores que nuestros nietos quieren y tienen derecho a heredar”

© Niceto Hinarejos Ruiz | Si es verdad que nuestros pueblos se despueblan y hasta desaparecen, también lo es que nuestra Serranía Conquense encabeza este negativo negocio y casi todos sus pueblos se debaten entre la vida y la muerte sin esperanza aparente de recuperación, con todo el desgarro emocional que esto representa para sus gentes.

Alcalá de la Vega con su aledaño El Cubillo quieren ser escuchados y quieren defender su patrimonio histórico, monumental, documental y medioambiental, uno de los más ricos a nivel provincial, antes de que las circunstancias les aboque a un absoluto ostracismo o desaparición, debido a la inevitable, trágica, acelerada y terminal despoblación y la indefensión en que se encuentran.

Alcalá de la Vega y El Cubillo son herederos de un ancestral pueblo cimentado en las mismas riberas del Cabriel, cruzado por rutas romanas, como lo atestiguan las calzadas, las “tegulas” y silicatas romanas; floreciente emporio cristiano visigodo más tarde, según nos indican sus estelas funerarias y testimonios escritos, hasta ser convertido en el importante y primer enclave árabe instalado en lo que hoy son nuestras tierras de Cuenca. Si hemos de hacer caso a Al-Idrisi, desde la fortaleza de Al-Qala se controlaban los troncos de pino que las aguas del Cabriel llevaban hasta Alcira y Cullera, que así lo describen  Los Caminos de Al-Andalus de siglo XII.

Antes de 1988 los restos árabes del lugar y su entorno eran desconocidos: Quelasa (Q.l.sa) se confundía entre el nombre de un río (el Cabriel) o el de un castillo que alguno llegó a situarlo en los términos de Iniesta (Saavedra,) o en Alcalá del Júcar (Torres Balbás, 1888-1960  y el profesor Francisco Franco Sánchez) o en la confluencia de los ríos Cabriel y Guadazaón (Bosch), sin acabar de leer el texto árabe que claramente lo posiciona al Oriente de Cuenca y a tres jornadas, equidistante de Alpuente, Albarracín y Cuenca, suficiente información para pensar que el único castillo que se ajusta a esa descripción tan diáfana es el existente en las riberas del Cabriel, hoy término de Alcalá de la Vega, justo, al oriente más exacto y extremo de Cuenca.

¿Quién, antes de 1990, podría sospechar que lo que se dice en Las Crónicas Árabes, recogidas en el Dikr bilad al-Andalus, describiendo Santaver y revelando detalles tan importantes como exclusivos de la fortaleza de al-Qala, “su entrada horadada en la roca y sus profundas cavidades” - hoy confirmadas y constatadas-  podrían referirse a nuestro castillo?

Sólo cuando, hace apenas 35 años, nuestro Miguel Romero escribió tímidamente que Al-Qala o Quelasa (Q.l.s.)  era el castillo existente en términos de Alcalá de la Vega se empezó a especular y a asentar las bases de una nueva y particular historia: Conocida sólo porque los musulmanes, la importante familia Banu Zenum, que llegaron a gobernar toda la Cora de Santaver, atraídos por las ventajas que proporcionaba el lugar con la gran vega para el mijo, la caza, la pesca y la ruta abierta del Cabriel, el rio de Quelasa, para sus maderas hasta Valencia, levantaron aquí su fortaleza, en los mismos inicios de la revuelta, sobre los despojos de un primitivo y sometido poblado, cuyos restos perduran bajo una grande y natural estela sepulcral que se alarga desde el torreón de la fortaleza árabe hasta las mismas aguas del río Cabriel a la espera de ser levantada por sabios y comprometidos arqueólogos.

Un lugar mágico en un rincón bello y con muchos pretendientes. En 1142, en Daroca, el Conde R. Berenguer IV, al programar las conquistas a los árabes para la Corona de Aragón, incluía a este lugar dentro de unos límites que entregaba a los Templarios para su puebla y conquista, favorecidos siempre con regias prebendas, beneficios especiales y las añadidas exigencias pontificias, concedidas a perpetuidad.

Y desde entonces los Templarios fueron guardianes, protectores y artífices de una conquista en 1210 junto al rey Pedro II de Aragón. Y volvieron a serlo en 1219 con Rodrigo Giménez de Rada echando otra vez a los sarracenos, que habían vuelto de nuevo a Serreilla.

De aquí que, cuando en 1312 se suprimen los templarios, los reyes se quisieron repartir sus tierras y el papa Juan XXII pretendiera que se adjudicaran a la Orden de San Juan, la minoría de edad de Alfonso XI frenó la solución en  Castilla. Y sólo más tarde,  a su mayoría de edad, se inhibió en la disputa, se opuso al Papa  y entregó los bienes que los Templarios tenían en Castilla a los Concejos y al Común de los lugares donde se encontraban. Tal es el caso de Alcalá de la Vega y El Cubillo que, constituidos por Alfonso XI herederos de la preislámica Serreilla templaria, recibieron de este rey la totalidad de los bienes que fueron de los Templarios; y, por lo mismo, la dotación de tierra que sus iglesias recibieron del diezmo que Adriano IV exigió al Conde en 1158 antes de aprobar la renuncia de las Órdenes Mendicantes a la herencia que recibieron de Alfonso I, el Batallador, al morir sin descendencia.

La Historia única de Alcalá de la Vega y El Cubillo, que tuvo sus  particularidades,  únicas hasta la desamortización en el siglo XIX,  los fondos documentales en que se apoya, los vestigios que la evidencian, determinan y ubican, su entorno espectacular y mágico y sus árboles milenarios bien merecen lo que nunca han tenido: un respeto, una custodia y una atención.

La ”Asociación en Defensa del Patrimonio de Alcalá de la Vega  y El Cubillo”, solo pretende eso:  respeto, custodia y atención a un legado de nuestros mayores que  nuestros nietos quieren y tienen derecho a heredar.

EN TITULARES