Identifican una especie inédita de planta carnívora en la Serranía de Cuenca
OJOS DE MOYA | Ha sido bautizada en honor del taxónomo alemán Siegfried J. Casper, especialista mundial en este género de plantas carnívoras
Investigadores del Grupo de Investigación de Botánica y Conservación Vegetal de la Universidad de Alicante (UA) han identificado dos especies inéditas de plantas carnívoras que habitan en las altas montañas calcáreas del centro y sur de la Península Ibérica.
Una de ellas, la
‘Pinguicula tejedensis’, es endémica de las sierras de Tejeda y Almijara, en la
provincia de Granada; la otra, la ‘Pinguicula casperiana’, se encuentra en la
Serranía de Cuenca, a caballo entre las provincias de Cuenca y Guadalajara, y
ha sido bautizada en honor del taxónomo alemán Siegfried J. Casper,
especialista mundial en este género de plantas carnívoras, informó la UA este
jueves.
Los investigadores
alicantinos llevan años realizando estudios sobre la taxonomía y conservación
de especies ibéricas y norteafricanas de un género de pequeñas plantas
carnívoras denominado Pinguicula, popularmente conocidas como ‘grasillas’ o
‘tirañas’.
Al igual que muchas especies de este género, las dos nuevas especies de ‘Pinguicula’ crecen típicamente en balmas y paredones de roquedos calcáreos, en surgencias de agua donde se forman ‘tobas’ (depósitos esponjosos de carbonato cálcico), en montañas de cierta elevación.
«Son ambientes escasos,
muy localizados y exclusivos que actúan como verdaderas islas donde los
procesos de diferenciación y especiación son muy activos», explicaron los
investigadores de la UA.
Los trabajos se
encuadran en un proyecto de investigación financiado por la Generalitat
Valenciana liderado por el catedrático de Botánica de la UA Manuel B. Crespo,
en el que participan los profesores de la UA Mario Martínez-Azorín y Maria
Ángeles Alonso, junto a Llorenç Sáez de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Distintos linajes
Como indican los
investigadores de la UA, «ambas plantas se conocen desde antiguo en las sierras
donde habitan, aunque habían sido confundidas con otras especies de morfología
similar, propias de las sierras Subbéticas y Maestracenses del este y sudeste
peninsulares».
No obstante, los
trabajos filogenéticos que se desarrollan en la UA han demostrado que las
plantas andaluzas y castellano-manchegas pertenecen a linajes diferentes.
«Los resultados de los estudios genéticos indicaban que estas dos ‘grasillas’ poco o nada tenían que ver con las especies a las que se habían atribuido, lo cual nos animó a reevaluar los caracteres morfológicos que hasta entonces se habían utilizado para separar las especies en este género», señalaron.
En concreto, las nuevas
especies muestran «particularidades exclusivas en la micromorfología de las
semillas y en ciertos aspectos de las piezas florales hasta ahora
infravaloradas. Este hecho, unido a las diferencias genéticas justifica su
tratamiento diferenciado», destacaron desde la UA. El trabajo acaba de
publicarse en Phytotaxa, revista científica internacional, especializada en
estudios sobre taxonomía y sistemática en el área de Botánica.
Estos hallazgos muestran
un gran interés científico ya que la integración de estudios clásicos de la
taxonomía vegetal con modernas técnicas de secuenciación de ADN ofrece nuevas
perspectivas en el estudio y análisis de la biodiversidad de las plantas carnívoras
en Europa occidental.
Joyas naturales
Como consecuencia de los
estudios de los investigadores de la UA en los últimos tres años, la diversidad
de grasillas en la Península ibérica ha pasado de 9 a 13 especies, todas ellas
endemismos de área muy reducida y, en su mayoría, seriamente amenazados. En
este sentido, «debe revisarse el grado de amenaza de las poblaciones conquenses
y granadinas de las dos nuevas especies que podrían pasar a considerarse en
peligro», advirtieron los expertos.
«No debe olvidarse que,
como ocurre en la mayoría de especies de Pinguicula, las especies ahora
descritas ocupan hábitats de extraordinaria fragilidad y rareza que dependen
directamente de la presencia de surgencias de agua permanentes en roquedos
umbrosos», agregaron. Por esta razón, el cambio climático y la actividad humana
pueden poner en serio peligro su supervivencia.
«Reducciones inesperadas
en las precipitaciones o modificaciones artificiales que afecten el caudal de
los manantiales y acuíferos pueden hacer desaparecer para siempre estas
especies, verdaderas joyas naturales para las que han de tomarse las medidas de
conservación que garanticen su conservación a largo plazo», sostuvieron los
expertos en Botánica.
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