"Entre la nieve y las ventiscas, el serrano recurría, y aún recurre, a la magia de las hogueras"
OJOS DE MOYA | Una
mirada al santoral de invierno en la comarca, en este 28 de enero, día de San
Julián, patrón de Cuenca
Un vistazo al santoral festivo de esta porción
de la Sierra conquense nos revela una cantidad inusual de advocaciones
medievales, sin duda conservadas por los pueblos desde la Repoblación (siglos
XII-XIII): San Blas, San Gil, San Antón, La Candelaria, San Sebastián, Santa
Águeda, San Marcos, Santa Bárbara... fiestas de invierno, celebradas hace años,
cuando el clima era más extremado, entre la nieve y las ventiscas. Y el serrano
recurría, y recurre todavía hoy, a las hogueras. Fuegos en la noche por San
Sebastián, San Julián y San Antón; fuegos hiemales, de reminiscencias
ancestrales.
San Antonio Abad, conocido unánimemente como San
Antón en la comarca, es una festividad presente en casi todas las
poblaciones, aunque su grado de conservación es muy variable. Etnológicamente muestra todos los rasgos típicos de una celebración de
solsticio de invierno, como hogueras o bendición de bestias. En algunos de los
pueblos es común saltar los fuegos de San Antón a la vez que se entonan
"romances" o dichos para preservarse de la mala suerte o para hacer
extensiva esta protección a los animales domésticos, hecho normalmente asociado
a todos los fuegos solsticiales aunque son más conocidas las variantes de San
Juan. En algunas ocasiones, los saltadores empuñan esquilas o cencerros, rasgo
característico de las botargas del ciclo carnavalesco. En general es una
festividad de un enorme interés, difícil de estudiar no obstante por lo decaído
de su estado.
Los cultos a San Sebastián en la comarca son
todos, casi sin ninguna duda, de origen medieval, aunque sólo en
Campillos-Paravientos han tenido en época reciente un cierto lustre. Es muy frecuente
que vengan aparejados a ritos de Carnaval por la proximidad temporal, como la
sátira social o la inversión de roles.
Caso peculiar en el folclore de toda la
provincia de Cuenca es la festividad de San Julián, 28 de enero, que conmemora
la muerte del santo, segundo obispo de Cuenca en el gozne de los siglos XII y
XIII. El auge de la festividad de San Julián como patrón de toda la diócesis
parece arrancar de la canonización en el siglo XVI. Es curioso como en buena
parte de las ocasiones, en todo el conjunto provincial, la nueva fiesta de San
Julián se superpuso a la de San Sebastián (20 de enero), en lo que acabó siendo
un mero intercambio de titular y un traslado de ocho días del evento. Donde San
Sebastián todavía gozaba de arraigo popular, el santo que frecuentemente acabó
desahuciado fue San Antón (17 de enero). Así, son raras las poblaciones donde
se celebran las tres fiestas, por lo demás muy similares (mismo origen
etnológico) y vinculadas indefectiblemente a la quema de grandes hogueras. www.villadecanete.com