"La vida de las Tierras de Moya estaba marcada, entre otros santos, por San Miguel Arcángel"
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San Miguel Arcángel en la iglesia de Narboneta |
OJOS DE MOYA |
Celebrando el día de San Miguel, santo de gran devoción en la comarca, echamos
un vistazo a la historia de la mano de Mariano López Marín, cronista oficial de
Salvacañete
Desde la Edad Media la vida agrícola, ganadera y festiva de Salvacañete y
de todos los pueblos de nuestra comarca ha estado marcada por el santoral. Los
santos y las celebraciones festivas
siempre han sido referencia para los trabajos del campo, las labores del
hogar y la ganadería.
El calendario del campesino medieval era el de
las fiestas eclesiásticas que se tomaban como referencia. Los dos momentos más
importantes del año, la entrada del verano y del invierno venían indicadas por
las fiestas del San Juan Bautista y San Juan Evangelista.
Pero hay un santo, San Miguel, que es venerado
en toda la comarca y que está muy unido
desde hace siglos a las labores de la
tierra. Su fiesta es el 29 de septiembre. El arcángel San Miguel, cuyo nombre
en hebreo Michael, es nombrado hasta en 5 pasajes distintos de la Biblia. San Miguel es el arcángel defensor
de la iglesia, el conductor de los
muertos y el que habrá de pesar las almas
el día del juicio final. Además está considerado un santo caballeresco y
militar, al estilo de San Jorge, aunque el arcángel asume, además el papel de
centinela, lo cual explica que sus santuarios estén colocados en la cumbre de un monte, o que su imagen sea
frecuentemente venerada en hornacinas
dispuestas en puntos elevados de las
iglesias (preferentemente en el nártex o
en el campanario). Sus armas son la
lanza, la espada llameante y el escudo.
En Moya había una iglesia dedicada a San Miguel, donde actualmente está su
cementerio.
La vida agrícola de Salvacañete y de las Tierras de Moya estaba marcada, entre
otros santos por San Miguel. Ese día cambiaban los pastores de amo si no les
interesaba seguir con el anterior. En San Miguel se pagaban las rentas de las
tierras, a los dueños y en otros tiempos los diezmos a la iglesia. En el siglo
XVIII se redimían parte de los censos, pagando en San Miguel parte de lo que se
debía al dueño del censo, la iglesia, algún convento u orden religiosa o algún particular. Los que trabajaban de
“mozos” con otros para labrar las tierras o realizar faenas en el campo también
solían cambiar de amo en esa fecha, si
no querían seguir con el mismo. Por San
Miguel era época de siembra de trigo cuando se sembraban especies de ciclo largo. También por San
Miguel se recogían manzanas de nuestra vega y patatas. En Salvacañete los
ganaderos tenían permitido entrar a la
vega, con pequeños rebaños, por esas fechas para “comerse los rizales”, “comerse las patatas” o “pastar en un alfalfe viejo”. Lo podían
hacer en sus propios pedazos o en los de otros si se los dejaban. San
Miguel también era época de recogida de leña para el invierno y de
recogida de setas de cardo y hongos.
En ganadería lanar San Miguel marcaba la
paridera de las ovejas, antes de marcharse al reino a finales de octubre, antes
de todos los santos. Si la “Sanmiguelá”
era buena, con abundante hierba y buena temperatura los rebaños partirían más tarde hacia el reino a través de las veredas. Salvacañete y todos los lugares que como él
formaron las Tierras de Moya y
el antiguo era tierra
de trashumancia en invierno y de
vuelta de la misma en primavera. Durante
siglos ha habido un ir y venir de
rebaños a través de las veredas del
Marquesado a tierras levantinas, bajar al reino como le llamaban, y hacia
Murcia y Andalucía. En otras épocas llegaban hasta Extremadura.
Tiempo de Ferias
Y San Miguel era tiempo tambien de ferias de
caballerías cuando eran muy abundantes. Los de Salvacañete y muchos pueblos de esta comarca iban de ferias
a Ademuz, a Cedrillas (Teruel) y a Landete. Las ferias se celebraban en cada
lugar en distintas fechas coincidiendo con celebraciones festivas y tienen su
origen en la Edad Media. Ademuz tenía feria para San José y en Noviembre. Entre
estas ferias destacaba la de Landete, en San Miguel, con varios días de celebración.
A Landete acudían tratantes del Rincón de Ademuz, de pueblos de Cuenca,
Teruel y Valencia. A mi memoria viene el recuerdo de personas con las que tuve una gran amistad y que ya nos dejaron. Eran tratantes afamados
de caballerías. Pepe Camañas de Ademuz y casado en Landete, Pepe conocido como “Peteque” tambien casado
en Landete, Evaristo el de Vallanca y sus hijos, Jesús el Calderero de
Landete, Mariano Valero, “Mariano
Lino” y su hijo Amalio Valero de
Salvacañete y con residencia en Talavera de la Reina pero que pasaban largas
temporadas por nuestra zona, Felix Pastor de Salvacañete dedicado a las lides
de tratante de caballerías durante años y vecino mío. Pero ademas de tratantes
llegaban gentes de la Serranía Baja de Cuenca, del Rincón de Ademuz y de Teruel
a vender sus crías. Muletos romos y yeguatos, burros y burras, mulas y machos,
caballos y yeguas. Los viejos caminos de herradura entre Salvacañete
y Landete a través del Cubillo, Las Cunázaras y Moya, entre Ademuz Landete a través
de Casas Bajas y Santa Cruz de Moya, entre Cañete y Landete por
Campillos de Paravientos y Fuentelespino de Moya, entre Mira , Garaballa y
Landete por el camino donde viene la
Virgen de Tejeda en la subida cada siete años a Moya y entre Utiel Landete por
los caminos carreteros que durante años tuvieron un trajín inmenso de carros madereros llegaban a Landete gentes
diversas con caballerías para vender o
cambiar, tratantes de caballerías, caldereros, turroneros, guarnicioneros,
quincalleros y un largo etc. de comerciantes y tratantes que darían vida a la feria de San Miguel de
Landete.
Durante varios días la calle donde está el Centro de Salud de Landete
y la fábrica de harinas de Los Bosques
y la plaza del Ayuntamiento o de abajo se llenaban de una actividad
inusitada. Era la famosa feria de San Miguel. Tratantes, compradores,
vendedores de todo tipo, de cerámica, calderería, albarderos, guarnicioneros,
herreros, puestos de telas y quincallas, turroneros como la tía África Magro de
Landete que vendía turrones y chupones hechos por ella, turroneros
afamados de Ademuz, churreros como la tía Isabel, madre de Ignacio Aragonés,
con puesto junto a la Fuente de los Cantones y un largo etcétera de vendedores
ambulantes. Landete cambiaba por unos
cuantos días convirtiéndose en el centro
de la comarca. Todos los caminos entre Cuenca, Teruel y Valencia confluían en
Landete por San Miguel. Las posadas del pueblo se llenaban, tanto la de la
plaza de arriba, regentada por Antonio Y
Luisa, como la de abajo, junto al café de Maenza donde el Sr. Alfredo, como
servicial posadero, atendía a los numerosos tratantes y compradores que esos
días llenaban su posada. En sus cuadras
se amontonaban reatas de caballerías. Durante los días de Feria eran llevadas a
la calle donde esta se instalaba esta, desde la Fuente de los Cantones hasta la
salida del Camino de Landete a Garaballa. Por unos días esa calle redoblaba su
actividad, recordando el momento de júbilo cuando llega cada siete años al
Virgen de Tejeda a Landete el día de la Subida a Moya. Los comercios
multiplicaban su actividad. Tejidos Eslava, talleres de carros como el de Julio Muñoz y su hermano Adolfo o
el de los Ramírez, el Café de Maenza, tienda de la familia Díaz y
otros cafés y tiendas. Era un ir y venir
de gentes con sus caballerías adornadas
con sus mejores cadenas y cabezadas. Las reatas de muletos de Pepe Camañas
daban envidia. Todos limpios, bien cuidados y dispuestos para la venta. En los bares se celebraban los “alboroques”
cuando se hacían los tratos. Eran numerosas las transacciones comerciales
realizadas. La feria de Landete en San Miguel marcaba un antes y un después en
el pueblo, en la comarca y en zonas
próximas como el Rincón de Ademuz y
pueblos limítrofes de Valencia, Cuenca y Teruel. Cuando las gentes
regresaban a sus localidades de origen venían con una caballería nueva, con una
venta realizada de alguna cría asnal, caballar o mular, con aperos nuevos que
habían comprado en la feria, tal vez con
una caldera nueva y con algún
recuerdo para los familiares, generalmente dulces como el turrón o los chupones. Otras veces no
podían vender el animal que habían llevado o no encontraban el macho que
buscaban.
Aspectos históricos de la devoción a San
Miguel
Desde el punto de vista histórico a San
Miguel se le relaciona con la Orden del
Temple. Esta orden, desde sus orígenes estuvo implantada en el Rincón de
Ademuz, en Ademuz y Castielfabib las dos principales villas de esta comarca
desde la Edad Media. Y según algunos investigadores también la orden del Temple estuvo en Moya y sus
Tierras, aunque en un principio la Orden
que se implantó en Moya fuese la de Santiago.
A principios del siglo XIV, año 1307, Juan Nuñez
de Lara al servicio del príncipe Felipe hijo del rey de Francia recibe el apoyo
de los templarios para combatir contra el rey Fernando de Castilla que tiene
órdenes del Vaticano para combatir la Orden del Temple. Dos pueblos como Ademuz y Moya tienen como protagonistas
desde sus inicios a dos órdenes distintas: la
Orden del Temple en el rincón de Ademuz y la Orden de Santiago en Moya.
Dos monarcas, Fernando II y Alfonso
VIII, enfrentados entre 1170 y 1188 se disputan el mérito de haber fundado en
sus respectivos dominios la Orden de Santiago y tener la paternidad de Don
Pedro Fernández su primer maestre. Es curioso y sorprende que en Cuenca hay una ausencia total de
documentos de la orden del Temple. Este hecho no se corresponde en nada con la
opinión de varios estudiosos del tema que
mantienen que Cuenca fue
precisamente una de las zonas más madrugadoras de Europa en captar su presencia. En 1122 cuando
Alfonso I el Batallador funda en Monreal las Milicias de Cristo y se
nombra a Cuenca ofreciendo sus
rentas a las milicias del Cristo.
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San Miguel Arcángel en la iglesia de Narboneta |
En 1143 el Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón, Don Ramón Berenguer IV asoma por
estas lindes considerándose señor de
esta frontera, con Molina, Albarracín, el Rincón de Ademuz, además de Serrella, siendo esta última la más
alejada de sus dominios: Las ofrece a la Orden del Temple para que las pueblen,
y establezcan los templarios sus iglesias y monasterios y confirman a estas poblaciones los fueros de Daroca.
No debió ser muy grato el recuerdo de los
templarios en Cuenca y da la sensación que
lo sustitutos de esta orden al disolverse, Orden de Santiago, trataron
de borrarnos su memoria. Pero el Temple existió en Cuenca. Hay manifestaciones
religiosas que denotan la presencia del
temple. En el Monasterio de Tejeda en Garaballa podemos apreciar cruces templarias pintadas por artistas de nuestra época que arrastrarían su
inspiración de una tradición que seguía de siglos. La leyenda de la aparición
de la Virgen de Tejeda, morena, en un tejo, difiere poco de las apariciones de
vírgenes templarias y negras en
Ponferrada y Santorcaz. También la Virgen de la Zarza de Cañete es de tradición
templaria traída de Castielfabib, lugar templario como Ademuz. Tampoco ha
faltado por estas tierras la devoción a
San Miguel como arquetipo de guerrero templario. De aquí que el 29 de
septiembre sea una de las cuatro fiestas principales de su calendario.
La devoción
a San Miguel en Moya esta bien
manifestada documentalmente ya que Don
Pedro Jiménez de Calanda, que aparece ya desde 1222, procedía de un lugar donde
había una encomienda templaria. Se afincó por estas tierras y deja constancia en su testamento que en caso de morir en Moya quería ser enterrado en San Miguel, colocando
su escudo sobre su sepultura.
Este
artículo fue publicado en la Revista Moya nº 23 , enero 2006 páginas 3 y 4. Todo este trabajo lo podéis
encontrar también más ampliado en el último libro publicado de Mariano de López
Marín: " Etnología y costumbres populares de Salvacañete" Ediciones
Rodeno