Crece la oposición al lince ibérico en parte del mundo rural

Aunque ha pasado de estar en peligro de extinción a considerarse vulnerable, la repoblación del felino enfrenta resistencias en zonas agrícolas del norte de España

Los ganaderos y algunos gobiernos regionales muestran desconfianza hacia el regreso del lince, a pesar de los beneficios ecológicos demostrados

Tras décadas al borde de la extinción, el lince ibérico (Lynx pardinus) ha protagonizado una de las mayores historias de éxito de la conservación animal en Europa. Gracias al programa LIFE Lynx Connect, impulsado desde 2005 con apoyo de la Unión Europea, los gobiernos de España y Portugal, y el sector privado, la especie ha pasado de menos de un centenar de ejemplares a superar los 2.000 individuos censados en 2023. No obstante, a medida que el proyecto se aproxima a su final en 2026, la oposición a su reintroducción gana fuerza en ciertas zonas del mundo rural español, especialmente en comunidades del norte.

El retorno del felino: entre aplausos y rechazo

La liberación de ejemplares como Vírgula, una joven hembra de un año que el pasado 28 de abril recuperó la libertad en una finca de Extremadura, simboliza el éxito de la iniciativa. Sin embargo, en regiones como Cataluña, Aragón o Castilla y León, el regreso del lince se percibe con recelo. Agricultores y ganaderos expresan su preocupación, temiendo un impacto negativo en su actividad, aunque no existen evidencias de que el lince ataque al ganado. En zonas como Zamora, ya tensas por la presencia del lobo, el lince es visto como un nuevo problema.

En Cataluña, las protestas agrarias de febrero de 2025 lograron que el Govern abandonara sus planes de reintroducción. Paradójicamente, en provincias como Lleida, la superpoblación de conejos está arrasando cultivos, y el lince, depredador natural del conejo, podría ser un aliado. Aun así, parte del sector agrario considera que introducir un nuevo depredador solo agravaría la situación.

Evidencias científicas frente a temores

Estudios recientes, como el publicado en 2024 por la Journal for Nature Conservation, muestran que el lince no reduce la población total de conejos, sino que actúa como “guardabosques natural”, seleccionando a los más débiles y reduciendo el número de otros depredadores como zorros o garduñas, que sí afectan a la biodiversidad y al equilibrio de las especies.

María Jesús Palacios, responsable del programa en Extremadura, defiende que el rechazo actual se parece al que existía hace dos décadas, pero que ha cambiado con el tiempo. “Muchos cazadores y propietarios han comprobado que el lince ayuda a regular el campo”, afirma. De hecho, actualmente vive en fincas privadas de caza, como la de Valencia de las Torres, donde el jeque Mansour, dueño del Manchester City, acoge a unos 60 ejemplares.

De plaga a símbolo de biodiversidad

A principios del siglo XX, el lince era considerado una plaga y su caza se recompensaba. Hoy, se ha convertido en un símbolo de biodiversidad y en un activo en fincas exclusivas, donde es bien recibido por su capacidad para mantener a raya a otros depredadores.

A pesar del fin próximo del programa LIFE, muchos expertos creen que el lince continuará su expansión por sí solo. El naturalista Steve Cracknell, autor de La improbable reintroducción de la vida silvestre en los Pirineos, asegura que “el lince ha cambiado la actitud de la sociedad española hacia la fauna salvaje”, y que la conciencia medioambiental se ha transformado notablemente en las últimas décadas, en parte gracias a figuras como Félix Rodríguez de la Fuente.

 

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