Preocupación en la Serranía Baja de Cuenca por el fin de la moratoria a las macrogranjas y la proliferación de plantas de biometano
La Junta de
Castilla-La Mancha reactivará en enero las licencias para la construcción y
ampliación de macrogranjas porcinas tras la moratoria establecida en 2022.
Además, planea la instalación de hasta 60 plantas de biometano en la provincia,
lo que ha generado inquietud en la Serranía Baja de Cuenca, donde vecinos y
colectivos alertan de los riesgos ambientales y sociales de estas iniciativas.
Según la
Asociación Pueblos Vivos Cuenca, que reúne a plataformas vecinales de
municipios como Cardenete, Priego y Villar del Humo, la apuesta por la
ganadería industrial y las macroplantas de biogás representa un peligro para
los recursos naturales de la comarca. Aunque el nuevo decreto de purines busca
reducir la contaminación por nitratos, concede un periodo de adaptación de 10
años a las macrogranjas existentes, lo que, según los vecinos, perpetúa los
problemas de contaminación de suelos y aguas.
El plan de
biometanización, que incluye la construcción de macroplantas de biogás, también
ha sido criticado por su posible impacto en la calidad de vida de los
habitantes de la región. La Asociación destaca que estas plantas atraerán más
macrogranjas y contribuirán al cambio climático, además de generar molestias
constantes en los municipios.
Los colectivos vecinales exigen una moratoria real para esta industria y alertan del peligro de emular modelos como el de Cataluña, donde la contaminación por nitratos afecta gravemente a los acuíferos. Desde la Serranía Baja, reclaman políticas que prioricen la sostenibilidad ambiental y la calidad de vida de sus pueblos frente a los intereses de la industria cárnica.
Para más
información, se puede visitar la página de la Asociación Pueblos Vivos Cuenca,
que continúa su lucha por un desarrollo respetuoso con el medio ambiente en la
región.