El coste ecológico de la ganadería intensiva se mide en metros cúbicos de purines
OJOS DE MOYA | Más del 80% de la producción se realiza
con el sistema de integración, en el que grandes empresas sacan beneficio de
animales y productos derivados, dejando a cargo de productores y territorios el
coste y la gestión del impacto ambiental
La Fundación Nueva
Cultura del Agua asegura que es necesario y urgente aprobar en el Estado
español una moratoria en la implantación de nuevas instalaciones de ganadería
intensiva de porcino para proteger los acuíferos de los residuos que producen
los purines. Así lo señalan los investigadores de esta entidad, especializada
en políticas de gestión del agua, en un informe publicado este lunes 25 de
noviembre.
En España más del 80% de
la producción se realiza con el sistema de integración, en el que grandes
empresas, dedicadas a la fabricación y comercialización de productos porcinos,
son dueñas del cerdo y suministran el alimento y medicamentos, mientras que el
ganadero se hace cargo de la gestión de la instalación intensiva, de los
purines y de otros impactos ambientales asociados.
Actualmente es la
tercera potencia del porcino industrial del mundo, con 30 millones de cabezas,
y la primera de Europa. Mientras en 2018 la producción de porcino se redujo en
Europa un 2% de media, en el Estado español creció un 3%. En 2017, la
producción de cerdo en el Estado representó el 174% de la que se consumió
dentro del Estado, lo que significa que una buena parte se destina a la
exportación, principalmente hacia China.
Estas explotaciones
intensivas generan dos metros cúbicos de purines por cerdo al año, lo que supone
en torno a sesenta millones anuales de toneladas altamente contaminantes. Estos
residuos incluyen nitratos, que contaminan las aguas subterráneas; materia
orgánica y amoníaco, que contaminan las aguas superficiales; y metano, que
produce un efecto invernadero entre 21 y 23 veces mayor que el dióxido de
carbono. Asimismo, preocupa al equipo de la investigación el elevado consumo de
agua que se necesita en estas explotaciones intensivas: diez cerdos de
ganadería intensiva consumen tanta agua como una persona.
El informe de la FNCA
apunta también a los impactos sociales de estas instalaciones en espacios
rurales o de interés natural. Las explotaciones ganaderas intensivas erosionan
otras opciones de desarrollo rural más sostenibles, como el turismo rural y las
actividades ecoturísticas. A ello se une la pérdida de calidad de vida debido a
los malos olores, la contaminación y la degradación del paisaje. Además, la
ganadería industrial supone en muchos casos la desaparición de actividades
ganaderas tradicionales, por la incapacidad de competir con las empresas
intensivas del modelo de las llamadas “integradoras”.
Propuestas para una ganadería más sostenible
Junto a una moratoria en
la implantación de nuevas instalaciones de ganadería intensiva, la FNCA reclama
la revisión del marco regulatorio y fiscal de las explotaciones ganaderas
industriales para garantizar que se aplica el principio de “quien contamina
paga” y “quien degrada paga”.
Entre las propuestas de
medio plazo, se encuentran la redefinición de la ganadería intensiva como
actividad industrial, mediante la ubicación de este tipo de instalaciones en
polígonos industriales. Otra medida asociada es la garantía de que el
integrador asume los costes completos del proceso, incluidos los necesarios
para prevenir la contaminación, al mismo tiempo que se establecen las
condiciones para proteger económica y jurídicamente a las pequeñas productoras
frente a las grandes empresas integradoras.
La FNCA también
considera necesario elaborar un plan estatal para la gestión sostenible de la
ganadería intensiva, lo que implica la elaboración de estudios previos que
analicen si un territorio puede asumir la carga ecológica y social que suponen
estas instalaciones. Asimismo, se propone trabajar en regulaciones adicionales
a escala territorial que promuevan modelos ganaderos sostenibles, priorizando
la conservación de paisajes, pastos, vías pecuarias y razas autóctonas, entre
otros elementos.
Como medidas a largo
plazo, el informe señala que la reducción de los impactos de la ganadería
intensiva pasa por la reducción del consumo de carne en la dieta y la reducción
de la importación y exportación de la misma. También se propone realizar
desarrollos legislativos para la promoción de la ganadería extensiva y de
circuitos de distribución locales, un modelo que el informe de la FNCA defiende
como ambientalmente más sostenible y socioeconómicamente más justo. Asimismo,
se propone que todos estos cambios se reflejen en una reorientación de la PAC a
nivel europeo.