El Ministerio de Cultura declara el toque manual de campanas como Patrimonio Cultural Inmaterial


OJOS DE MOYA | La comisión ha valorado su ancestral ‘lenguaje sonoro’ como nexo de unión social y de organización de la vida comunitaria

El Consejo de Ministros, a propuesta del ministro de Cultura y Deporte, José Guirao, ha declarado este miércoles 17 de abril el ‘Toque Manual de campanas’ y la ‘Cultura del Esparto’ Manifestaciones Representativas del Patrimonio Cultural Inmaterial.

Según señala el Ministerio de Cultura y Deporte en un comunicado, el Toque manual de campanas es un “lenguaje sonoro” que ha funcionado a lo largo de los siglos como un medio de comunicación, puesto que “cumple las funciones sociales de informar, coordinar, delimitar el territorio y proteger”. “Los toques de campanas han sido los encargados de organizar la vida comunitaria, de delimitar el tiempo y el espacio laboral, diario, festivo y de duelo”, señala el Ministerio.
Según destaca el departamento que dirige Guirao, por ello existe,tanto en el ámbito religioso como en el civil, un amplio repertorio con una gran diversidad de formas y técnicas que han anunciado incendios, tormentas, rogativas, horas y acontecimientos del ciclo vital, y han regulado diferentes aspectos de la vida festiva, ritual, laboral y cotidiana.
Entre los motivos de esta declaración, destaca que, aunque el toque manual de campanas ha dejado de ejecutarse en muchos lugares, todavía no se ha perdido su conocimiento y muchas torres y campanas se encuentran aún en situación de poder ser recuperadas.
Además, existe una laguna documental al respecto de este ámbito patrimonial, y apenas un 10 por ciento del total de campanas existentes en España se encuentran documentadas siguiendo una metodología antropológica que garantice el reconocimiento de su valor patrimonial y contribuya a su perpetuación.
Asimismo, se ha tenido en cuenta también la inexistencia de un protocolo unificado en las intervenciones sobre campanas y campanarios; la paulatina mecanización producida desde mediados del siglo XX, que además ha sustituido en ocasiones muchas de las campanas por grabaciones; la desprotección ante actos de vandalismo y robo, sobre todo en lo relativo a la venta del metal de las campanas; y las actuales ordenanzas municipales sobre contaminación acústica, que entran en conflicto con este paisaje sonoro tradicional, al considerar el toque de campanas como ruido.



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