La plaga de procesionaria alcanzará este año su “momento cumbre”
OJOS DE MOYA | Diversas
zonas de la Serranía de Cuenca, la provincia de Albacete y la de Guadalajara
presentan un grado alto de afectación por la procesionaria alto | Desde la
consejería de Agricultura recuerdan que se trata de una plaga cíclica y que no
mata el pino por lo que piden que no se generen alarmas sociales innecesarias
Las plagas de procesionaria son un problema
recurrente que se da de forma periódica con una duración de cinco años en las
zonas de pinares y que este año puede alcanzar su “momento cumbre” en algunos lugares
de Castilla-La Mancha.
Así lo explicaba, tal como informa elDiaDigital.es, el director provincial
de Agricultura en Cuenca, Joaquín Cuadrado, que asegura en el año 2013/2014
comenzó un nuevo ciclo de la procesionaria “que ahora está en su momento
cumbre”. En este sentido, el presidente de la Asociación de Agentes
Mediaoambientales de CLM (APAM), Miguel Ángel Martín, explica que existe una
escala del cero al cinco para catalogar el nivel de gravedad de la crisis de la
procesionaria y reconoce que en algunas zonas de la Serranía de Cuenca, de la
provincia de Albacete y parte de Guadalajara se ha alcanzado el grado máximo.
Recuerdan ambos que se trata de una plaga
autóctona de España con la que los pinares llevan conviviendo siglos y que por
sí misma la procesionaria no mata el árbol. Eso sí, remarcan que el estrés que
sufre la planta la hacen más vulnerables a los efectos de otras plagas o las
consecuencias de las sequías. Por ello, desde la Consejería piden no generar
alarmas sociales innecesarias y piden precaución a la hora de tratar con estos
animales.
Cuadrado recuerda que estas orugas se ven
afectadas en su desarrollo por la climatología, el frío y la humedad por lo que
asegura que están atentos para ver cómo evoluciona tras los últimos episodios de
hielo y nieve en la región.
Pero lo cierto es que, aunque sea ciclos que se
producen cada ciertos años, las zonas afectadas sufren graves consecuencias que
van desde problemas de salud, muertes de animales y un daño a la imagen
paisajística.
La gran capacidad de reproducción y las fuertes
reacciones que provocan las orugas las convierten en auténticas amenazas para
la gente que tiene que trabajar en el campo.
Así, el presidente de la Asociación Nacional de
Empresas Forestales (Asemfo), Miguel Ángel Duralde, explicaba a eldiadigital.es
que en función del grado de infección que tenga la zona en la que se estén
realizando trabajos forestales les obliga a trabajar con incomodidad, al tener
que protegerse más, o bien a no poder trabajar “si el número de bolsones es muy
elevado”.
Relata que entre los trabajadores del campo que se
enfrentan a estas plagas son frecuentes los problemas de urticarias, picores,
irritación y que en algunos casos han tenido que acudir con algún trabajador al
centro de salud más cercano por la reacción alérgica. “Por eso cuando comienzan
los primeros problemas lo mejor es si hay otra zona donde trabajar que no haya
orugas es cambiar el tajo. Lo malo es que ahora no hay mucho trabajo para poder
elegir”, explicaba Duralde. LEER ARTÍCULO COMPLETO
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