Luces de Tejeda
OJOS DE MOYA | Este
viernes tendrá lugar el equinoccio de otoño, cita especial para los amantes de
la historia ancestral de la comarca a través del fenómeno solar en Tejeda la
Vieja
Fotografía : SOS Patrimonio Conquense |
Si los cielos lo permiten (los meteorológicos,
no los divinos, que también), el próximo viernes los amantes de la historia más
ancestral de la comarca tienen una cita con uno de los fenómenos más curiosos,
y a la vez hermosos, de la comarca: el equinoccio de otoño en Tejeda La Vieja,
en Garaballa.
Precisamente, en el lugar donde se apareció la
Virgen tiene lugar un singular fenómeno sólo dos días al año coincidiendo con
los equinoccios: el 21 de marzo y el 23 de septiembre (este año el 22). En la
montaña, frente a la cueva, hay un orificio y el sol, al atardecer se coloca
justamente detrás.
"Es un espectáculo", relataba en 2014
al diario ABC Régulo Algarra, uno de los grandes conocedores del culto a la
Virgen de Tejeda, encargado incluso de excavar en la zona. Descubrió este hecho
por casualidad. El acontecimiento, que responde "a un culto ancestral en
un espacio sagrado", explica, "es uno de los marcadores equinocciales
del valle".
Una cita que cada año congrega a más personas
para disfrutar, insistimos, de uno de esos momentos mágicos que no se ven todos
los días.
No es el único fenómeno del culto antiguo en la
zona. Cada 14 de agosto se celebra una ceremonia de carácter solar en el nuevo
monasterio de Tejeda. El sol entra y se proyecta a través de una ventana para
iluminar con sus rayos la Virgen de Tejeda. "Son dos fenómenos que no
tienen nada que ver pero que son dignos de presenciar", precisaba Algarra,
quien explicaba que en toda España se están descubriendo fenómenos de este tipo
relacionados con cultos antiguos que la teología cristiana los ha incorporado
porque "hay equivalencia entre el sol que germina a una diosa y la Virgen
María que es germinada por el Espíritu Santo".
Como en años anteriores, vecinos y allegados de
la comarca están organizando visitas al ancestral santuario junto al río Ojos
de Moya (que da nombre a esta revista) para disfrutar de este momento mágico en
la tarde del viernes (y también en la del sábado, para los que no puedan
desplazarse entre semana).