La 'demotanasia' de la Serranía Celtibérica

OJOS DE MOYA | Artículo de la revista 20Minutos del Catedrático, Francisco Burillo, creador del concepto interterritorial de la 'Serranía de Celtibérica'
La despoblación de la Serranía Celtibérica aparece magistralmente descrita por Paco Cerdá en Los Últimos. Voces de la Laponia española, obra en cuya contra portada Julio Llamazares dice: "Hay libros que a uno le gustaría haber escrito y este es uno de ellos. Los Últimos es un viaje al corazón de las tinieblas, solo que a las tinieblas del corazón de España". Y ha sido el corazón de muchos televidentes el que se estremeció el pasado domingo con el programa de Jordi Évole, Salvados: Tierra de Nadie.

La Serranía Celtibérica es una interregión que hasta el presente ha pasado desapercibida por ser el territorio fronterizo de las comunidades autónomas de Aragón, Castilla La Mancha, Castilla y León, Generalitat Valenciana y La Rioja. En un territorio de 65.825 km2, dos veces más que Bélgica, solo viven 475.149 habitantes (en la ciudad de Málaga 569.009) lo que da una densidad de 7,22 hab/km2, frente a los 92 de España.
Está tan despoblada que solo Laponia, en el Polo Norte, se encuentra por debajo de los 8 hab/km2. Pero en este caso se debe a su climatología extrema. Presenta el doble de jóvenes y la mitad de mayores de 65 años que la Serranía Celtibérica, cuya tasa de envejecimiento duplica la media europea. Acusa una grave desarticulación territorial, pues tiene el 0,46% de los municipios con más de 5.000 habitantes de España y el 50,31% con menos de 100. Se puede asegurar que en más de la mitad de sus 1.311 municipios desaparece en el plazo de diez años el sector agroalimentario y la pérdida de la custodia de su rico patrimonio natural y cultural.
¿Cómo se ha podido crear este gran desierto demográfico en el centro de la España más poblada? Por un acto continuo de 'demotanasia', palabra acuñada por la investigadora Pilar Burillo para definir "un proceso que tanto por acciones políticas, directas o indirectas, como por omisión de las mismas, está provocando la desaparición lenta y silenciosa de la población de un territorio que emigra y deja la zona sin relevo generacional y con todo lo que ello significa, como la desaparición de una cultura milenaria, aquella que la UNESCO intenta proteger bajo el término de Patrimonio Inmaterial".
Sirva como ejemplo un solo hecho. Hace dos semanas RENFE anunciaba que por el deterioro de la vía férrea el tren que lleva las mercancías de Valencia a Zaragoza, dejará de pasar por Teruel para hacerlo por Tarragona. Pues bien, ningún político aragonés reivindica y exige que se cumplan los compromisos del año 2004. La entonces ministra de Fomento, Magdalena Álvarez presentó un plan de infraestructuras de 241.392 millones de euros hasta el 2020. Y conjuntamente con el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias anunció: "Fomento prevé replantar la obra iniciada por el PP en la línea Zaragoza-Teruel, que supone la ejecución de un corredor de vía única no electrificada para velocidades de entre 180 y 220 kilómetros por hora. Con la nueva actuación, este enlace por tren será de doble vía, para compatibilizar los tráficos de viajeros con los los de mercancías, estará electrificado y podrá soportar velocidades AVE (hasta 250 kilómetros por hora)".
La Serranía Celtibérica tiene un desarrollo cierto, a partir de la promoción conjunta e internacional de sus productos agroalimentarios, junto con el desarrollo de un turismo de interior basado en su rico patrimonio natural y cultural y en su clima fresco, seco, con gran insolación que, junto con su aire puro, ha dado lugar a que se conozca como el ‘Sanatorio de Europa’.
La solución, detener la 'demotanasia' y ejecutar el acuerdo de las Cortes Generales del 20 de octubre de 2015 que, entre otras medidas señalaban: "Reconocer la identidad interregional de la Serranía Celtibérica, en el marco de la Europa de las Regiones, como Región Escasamente Poblada, Región Montañosa y Zona Rural Remota".

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