¡Qué gran día de Jueves Lardero!
OJOS DE MOYA | Una
mirada al pasado de la comarca en un jueves que no es como otro cualquiera
©
Mariano López Marín-Recuerdos y Añoranzas Mi madre
vivía en el Caserío de la Boquilla, en Salvacañete, a tres kilómetros de la aldea de Casas
Nuevas. Cada día bajaba andando a la escuela a través de la carretera N-420
Cuenca-Teruel, junto con sus hermanos.
Se bajaban la comida y comían en la posada del Tío Cándido, tío de mi madre.
El Caserío de la Boquilla estaba situado junto a
esta carretera, un poco más alto que la aldea de Casas Nuevas. Iba con
veintitantos alumnos, hoy algunos de ellos ya
fallecidos, a la escuela de esta aldea donde estaba de maestro D. Vicente Camero.
Otras tres hermanas de mi madre iban con ella:
Victoria, Isabel y Marina, además de otros
de la aldea como Eugenio García,
Conrado Marín García, algunos hijos del tío Luis "el Cojo", como Luis
y Teodoro, los hermanos de la Fuente de la Zarza Flora, Tomás y Alfredo, hijos
de la tía Cipriana y el tío Tomás y así
hasta veintitantos en años de mucha población en Casas Nuevas.
Era un
día de Jueves Lardero de la década de 1930. El maestro se los llevó en
compañía de su esposa Josefina por el camino
que subía desde Casas Nuevas
hasta Los Casares en dirección hacia Santeroncillo y allí en una espléndida zona, junto a unos
tablas labradas, rodeados de espinos y majuelos, cerca de la Fuente de la
Zorra se comieron las viandas que
llevaban en sus talegos a rayas. Cantaron alegres canciones, jugaron,
aprendieron en la naturaleza se divirtieron de lo lindo. Al atardecer
regresaron a la aldea y mi madre y
sus hermanas tuvieron que caminar en dirección a la
Boquilla, donde vivían. Otros lo harían hasta la Fuente de la Zarza, distante
unos tres kilómetros de Casas Nuevas
¡Qué gran día de Jueves Lardero habían
pasado!
La fiesta de Jueves Lardero se celebra el jueves
anterior al miércoles de ceniza y era
costumbre tradicional en Cuenca ir con
los maestros a comer al campo. La comida estaba formada por tajadas de la orza
y tortilla de patata. En mis tiempos escolares íbamos con D. Evaristo Perea, mi
maestro, a pasar el día al Ventorro donde estaba situado el Coto Escolar. Los más mayores limpiaban
los chopos, junto a la ribera del Cabriel
y los demás jugábamos por
los antiguos refugios de la guerra civil
situados junto al viejo edificio del Ventorro que construyó el médico de
Salvacañete D. Petronilo Valero, propiedad ahora de sus nietas y nietos, las hijas
e hijos de D. Vicente Valero Benavent y Dª Amparo Valero Benavent. Pasábamos el día en el campo, aprendíamos en
contacto con la naturaleza y por la tarde regresábamos a casa cansados pero contentos.