El chamán de Cardenete
OJOS DE MOYA | El
diario El Confidencial dedica en su edición de este sábado un especial sobre
Anastasio Ferrero, tras su entrada en prisión esta misma semana acusado de
estafa
Anastasio, Anas para los amigos, es un tipo con
iniciativa. En 2009 olió que el tarot por teléfono podía ser buen negocio y
abrió entonces el Tarot de Saray.
Lo manejaban su madre, su esposa y él mismo
desde un chalé a las afueras de Cardenete (520 habitantes, Cuenca).
El negocio
iba bien. Los vecinos lo escuchaban dar carrete a los incautos sentado en una
hamaca junto a su piscina mientras su tren de vida crecía. Ahora una caravana,
otro día un Mercedes, viajes a Disneylandia, luego un apartamento en la costa
de Almería... Llamaba la atención para una comarca acostumbrada al
despoblamiento y al letargo económico. De ese chalé a las afueras iban y venían
mensajeros de Seur desde los que Anastasio mandaba sus instrumentos llenos de
poderes mágicos a toda España.
"Se hacía llamar Pablo cuando actuaba de
chamán. Llenaba la sala de humo, se vestía de blanco y quemaba alcohol. A una
mujer le cobró 4.500 euros por matar un conejo delante de ella y decir que era
un conjuro", cuenta una vecina de Cardenete. El pueblo es pequeño, de
calles retorcidas, pero tiene de todo: farmacia, banco, centro de salud,
Guardia Civil. Todo el pueblo conoce a Anastasio Ferrero Gil y sus negocios.
Aunque a la puerta del chalé una placa lo bautiza como Casa del Canalejas, en
el pueblo todos la llaman "la casa de los líos". Los vecinos se han
acostumbrado a ver por allí al cobrador del frac o al torero del moroso y salir
de allí de vacío. Cuentan que él y su mujer han sido amigos del sargento de la
Guardia Civil del pueblo.
Entre esos líos el más recordado es el de las
bodas simuladas. Anastasio pedía a menudo la llave de la Ermita de San Antonio
de Padua, a tres kilómetros a las afueras del pueblo. "Decía que iba a a
hacer un ofrecimiento, o que tenía que rezar una novena y se iba",
recuerda una vecina que pide el anonimato. Ateridos por el frío del temporal,
los consultados cuentan la historia de Anastasio entre risas pero no quieren
dar su nombre. Un día una vecina subió a la ermita y vio que estaba llena de
centros de flores para bodas. El misterio se desveló poco después. "Una
noche que llovía a cántaros aparecieron dos paquistaníes preguntando por el
cura del pueblo. Enseñaban una foto en la que Anastasio salía vestido con una
casulla blanca celebrando una boda". Anastasio nunca fue cura pero a
cambio de una cantidad que según algunos rondaba los 6.000 euros las simulaba
para ciudadanos paquistaníes. No todos los matrimonios llegaron a ser inscritos
en el registro y los paquistaníes buscaban a Anastasio. El caso se cerró sin
responsabilidades penales. LEER CRÓNICA COMPLETA