El Veranillo del Membrillo

OJOS DE MOYA | El repunte de las temperaturas en este final de mes de octubre ofrece una oportunidad para leer nuevamente de la enciclopedia de la sabiduría popular
La sabiduría popular, es de todos conocido, tiene refrán, mote, apariencia y explicación para cada fenómeno que la Naturaleza pone ante las narices del aldeano.

A veces, como en los viejos mitos griegos que explican el mundo según la imaginación o la superstición, la fábula de turno no es más que un cuento que va pasando de padres a hijos como una retahíla que se repite "sin más que pensar".
No obstante, y bien se sabe, el conocimiento del pueblo, más allá de estas explicaciones algunas veces infantiles, siempre tiene un sustrato cierto porque, al final, la gente de a pie, y sobre todo los que vienen de un mundo sin Google ni Wikipedia, es la empírica experiencia del día a día, del año a año, la que da la sabiduría.

En este amplio espacio del saber popular, tiene hueco, y no pequeño, el saber meteorológico. Aquello del "dolor de huesos que anuncia tormenta" o la predicción, presuntamente atinada, del pastor que viendo la redondez de las nubes sabe el tiempo que hará mañana.
Y en este saber meteorológico de nuestras gentes quedan encuadrados los "veranillos". Veranillos, se entiende, son épocas del año en que, a pesar de ser otoño o "arremetido" ya el invierno, las temperaturas dan tregua, suben termómetros y atiza el sol "que da gusto para el mes que estamos". Los hay, y se oyen, a lo largo del calendario, el veranillo de San Martín o el de San Miguel, son de sobra conocidos.
No así el Veranillo del Membrillo, que además tiene presencia estos días en la zona. Un repunte de las temperaturas y buen tiempo después del primer azote del otoño y que (también se sabe) es el ojo del huracán de lo que está por venir.
Más allá de agencias estatales de meteorología o aplicaciones móviles, ya advertían quienes de esto saben, que aún quedaba por restar el Veranillo del Membrillo, "que será por Los Santos".
El veranillo de primeros de noviembre toma su nombre de la fruta que, con estos últimos rayos de sol, acaba de madurar y tomar prestancia y sabor, recurso solvente para la despensa en los próximos meses.
Con este veranillo, siendo poéticos, anunciamos sentados al sol de la Serranía, que este Puente de Todos los Santos viene cargado de buen tiempo, altas temperaturas y buenas intenciones (se presuponen).

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