Una Virgen sin fronteras
(los) OJOS DE MOYA | Este sábado el municipio de Algarra recibirá a los peregrinos del Rincón de Ademuz y la Serranía Baja en una de las
devociones más arraigadas de la región
El
pequeño municipio de Algarra, en la Serranía Baja de Cuenca, es uno de esos
municipios aferrados a una Virgen como pilar sobre el que sostener el futuro.
La Virgen de Santerón es una de esas advocaciones que, de manera radial, lleva
la devoción a los pueblos que la circundan, más allá de fronteras provinciales,
pues su devoción está fuertemente
arraigada en los pueblos valencianos del Rincón de Ademuz, como Vallanca,
"donde consideran de siempre a esta Virgen conquense como su
patrona".
Más
allá del septenario festivo, fiesta 'gorda', que pone el lugar en peana de
grandes festejos, cada año, a mediados de mayo, la Virgen de Santerón recibe a
los peregrinos comarcales en una jornada de hermandad y convivencia.
Traemos,
en homenaje a estos pequeños lugares mágicos que, a pesar del olvido y casi el
abandono, continúan atrayendo como una marea viva a cientos de creyentes,
traemos, insistimos, las palabras de Alfredo Sánchez Garzón, Cronista del
Rincón de Ademuz, que desde su blog DESDE EL RINCÓN DE ADEMUZ
pone una mirada especial al Santuario de Algarra.
"La
federación celtibérica de Santerón" (Zaragoza, 1997), Francisco Javier
Fernández Nieto. Extracto de Alfredo Sánchez Garzón, Crónista del Rincón de
Ademuz
Respecto
al tiempo de la solemnidad, el ponente explica que de forma tradicional se
venía celebrando “el lunes llamado de Pentecostés”, pero en la actualidad se ha
adelantado al sábado, por la simple cuestión práctica del despoblamiento de
estos términos a causa de la emigración sufrida a partir de mediados del siglo
pasado; ello suponía que el día de la fiesta no había gente que pudiera
participar... De esta forma, “para favorecer la presencia de visitantes” y por
acuerdo municipal de Algarra con los pueblos circunvecinos participantes, la
fiesta se adelantó al fin de semana.
Respecto
a la ubicación geográfica, dice:
"El
lugar conocido como Santerón pertenece al municipio de Algarra (Cuenca); forma
un alto y amplio valle, en forma de circo, que se extiende longitudinalmente de
norte a sur, cercado por dos estribaciones montañosas, la sierra de Santerón y
la llamada Atalaya –el lomo de la sierra de Santerón sirve como demarcación
entre la provincia de Cuenca y el Rincón de Ademuz (Valencia)->.
El
santuario -donde tiene lugar la fiesta y ritos que se pretenden describir- lo
ubica en el centro del mencionado valle. Anota que en la celebración participan
siete poblaciones –Algarra, Vallanca, Savacañete, El Cubillo, Casas de
Garcimolina, Arroyo Cerezo y Casas Nuevas-: “todas las cuales se encuentran
situadas formando perímetro alrededor del valle, de modo que Santerón
constituye una especie de centro geométrico respecto a la ubicación física de
estas poblaciones”. De las localidades mencionadas, Vallanca y Arroyo Cerezo
(Castielfabib), pertenecen a Rincón de Ademuz (Valencia), mientras que el resto
son de Cuenca. Cabe decir, sin embargo, que Arroyo Cerezo nunca ha participado
de la fiesta, mientras Casas Nuevas lo hace como aldea de Salvacañete. Olvida
mencionar a Negrón, aldea de Vallanca, cuya vecindad también participa o ha
participado siempre en los festejos. Obviamente, como bien dice el ponente,
todos estos términos de Cuenca, Teruel y el Rincón de Ademuz por Valencia,
formaban parte de la celtiberia...
En
nota al pie, se cifra la existencia de un poblado prerromano en la cima del
cerro de Algarra –arabización de la raíz romana kar-, karr-, karra (roca)-, “a
juzgar por algunos hallazgos fortuitos de cerámica de la época del hierro e
ibérica”. Asimismo en las proximidades de Salvacañete, “a la que debió
pertenecer el tesoro allí localizado”; y en Arroyo Cerezo (Castielfabib), donde
existió un oppidum (poblado) del que da cuenta el profesor Martín Almagro
Gorbea, y otro poblado ibérico en el cerro de La Morrita (1.314 m) en la
partida de La Nava de Castielfabib -me refiero a la necrópolis denominada
"Morrita de la Nava"-, estudiado por José Aparicio Pérez (1985),
arqueólogo de la Diputación Provincial de Valencia.
El
Ayuntamiento de Algarra (Cuenca) tiene una participación esencial en los
festejos, cuyo ascendiente se extiende sobre la ermita y el lugar, y esto ya
mucho antes de que la zona se incluyera en su término municipal:
"El
día de la festividad, el pueblo de Algarra (autoridades y vecinos), que se
situaba previamente en la ermita de la Virgen, salía al encuentro de cada una
de las comunidades participantes a medida que aquéllas iban acercándose en
comitiva al lugar santo. En la actualidad el rito de la recepción tan sólo se
tributa a los habitantes de Vallanca -la comunidad más numerosa-, [...]: toda
la comunidad de Vallanca, que antiguamente se desplazaba andando y en caballerías
hasta el valle, se reúne (al arribar a la ermita) junto a un gran bloque (la
mesa de la Virgen) y esperan la llegada de la gente de Algarra, que marcha
presidida por las autoridades civiles, aunque les precede una persona que lleva
cruz y estandarte. Cuando han llegado ante el grupo foráneo que aguarda en la
mesa, el portaestandarte baja ligeramente la cruz y el pendón y las autoridades
de Vallanca efectúan como una señal de acatamiento; acto seguido, ambas
comunidades se funden y emprenden juntas el camino hacia la ermita".
Reunida
la vecindad de los distintos pueblos asistentes a Santerón, tiene lugar la
celebración de una Santa Misa, lo que constituye “la parte religiosa de la
festividad”, junto con la peculiar procesión que se realiza después, desde la
ermita hasta la “Mesa de la Virgen”, un gran bloque labrado en roca caliza y de
una sola pieza –que se halla a un tiro de piedra del ermitorio, en dirección al
centro del valle-, el cual fue laborado a principios del pasado siglo XX. La
piedra tiene grabada una inscripción que dice: Año 1916// Por don/ Antonio José
Dolz/ cura párroco// por Julián López/ Martínez// Viva la Virgen de Santerón.
Don Antonio José Dolz fue párroco de Algarra, natural de Santo Domingo de Moya,
y Julián López Martínez, alcalde. Al decir del ponente, sin embargo:
"
[...], la misa constituye sólo el preámbulo ineludible de aquella ceremonia que
los asistentes perciben como el núcleo ritual, a saber, la procesión de la
Virgen, cuyo desarrollo es muy simple, puesto que se procede a transportar las
andas hasta el gran bloque cuadrangular de piedra tallada, distante unos
doscientos metros de la ermita y que ocupa asimismo una posición central
respecto del valle. En la superficie de la piedra se deposita la peana, de ahí
el nombre que recibe de mesa de la Virgen; luego se reza una salve. El actual
bloque de piedra fue construido a comienzos de este siglo a expensas de un
antiguo párroco y reemplaza a una vieja roca, desbastada por arriba, que
cumplía la misma función. Lapompé regresa desde la mesa a la ermita, da tres
vueltas con la imagen alrededor del edificio, siguiendo el sentido de la
izquierda, y entra por último en el recinto sagrado para devolver la imagen al
altar".
La
celebración religiosa concluye propiamente con el retorno de la imagen a la
ermita y su colocación junto al altar del presbiterio, lado del evangelio. Pero
el ponente aún recoge otras manifestaciones o “aspectos sacrales” de gran
importancia etnológica, como “la comida o banquete ritual” y los “episodios
agonísticos”, esto es, gimnásticos o de competición:
En
efecto, formando parte de la propia fábrica de la ermita, en prolongación del
coro, existe una fría y oscura habitación rectangular de planta baja utilizada
por el ayuntamiento de Algarra para realizar una comida el día del Santerón; la
estancia cuenta con una gran mesa y varias bancas de madera. Los platos a
consumir corren a cargo de la propia corporación municipal, pero la
participación se halla rigurosamente limitada, puesto que los vecinos se hallan
excluidos y sólo banquetean, a puerta cerrada, las autoridades -en la
actualidad, en el banquete participan el alcalde y los concejales de Algarra,
párroco de Salvacañete y dos representantes del Instituto de la Guardia Civil
destacados desde el puesto de Landete-. La habitación destinada a esta comida
es bastante reciente, pues data de una reforma llevada a cabo hacia el año
1965. Entonces se arrasó el edificio anejo a la iglesia (la casa del santero),
que poseía una superficie mucho mayor que la actual estancia, en cuyo piso
superior existía una gran sala exenta, toda de madera -incluyendo las tablas de
división de los pisos-; y allí se realizaba, en absoluto silencio y
aislamiento, la colación reservada al grupo de personas que ejercían la
jefatura civil/religiosa de la comunidad