La más baja Serranía

(los) OJOS DE MOYA | "Habrá que inventarse una leyenda en esta Laponia del Sur para sacarla del olvido"
Este fin de semana, en nuestros habituales viajes comarcales a través de la geografía de la Serranía Baja, pudimos entender la magnitud del olvido y abandono en que se encuentra nuestra región. Quizás se trate solo de una anécdota o de una casualidad de la que de vez en cuando se dan, aunque mucho nos tememos que, haciendo la prueba a nivel estadístico, la realidad no se alejaría mucho del caso puntual.

El caso, valga la redundancia, que traemos a colación este filtro que pretende ser un altavoz de la situación comarcal tan dramática en que está hundida la Serranía Baja, se dio en la tarde de este sábado cuando viajando desde la localidad de Víllora hasta Pedro Izquierdo (es decir, un viaje de sur a norte de las Tierra de Moya) nos topamos con una curiosidad geográfica llamativa.
O más bien, no nos topamos para ser más exactos. Porque en los cerca de 60 kilómetros que separan Víllora de Pedro Izquierdo por la CM-2109 y CM-2200 intercambiamos asfalto apenas con una moto y un tractor. Añadiremos que en el trayecto realizamos una entrada fugaz en Narboneta de la que hablaremos en próximos días por lo insólito de la visita.
Anécdota que podría tomarse como tal pero que, analizada en la frialdad del dato, resume a la perfección lo que es nuestra querida Serranía Baja: un paramo yermo y olvidado en el que el ser humano, puestos en extremos, es la excepción.
Hablan en el proyecto de la Serranía Celtibérica, que incluye nuestra comarca, que esta demarcación se encuentra a nivel demográfico por debajo de Laponia. Y añadiremos: allí al menos, si viene la suerte de cara, puede uno encontrarse con turistas en busca de Santa Claus y su fábrica de juguetes.
Habrá que inventarse una nueva leyenda en esta Laponia del Sur para salir del olvido.
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