"Ante el prodigio se alzan los gritos de admiración y fervor"
(los) OJOS DE MOYA | Vecinos
y fieles de Carboneras de Guadazaón se desplazan hasta Llutxent para participar
en la jornada eucarística de los Sagrados Corporales
Este miércoles la localidad valenciana de
Llutxent celebró la 'Gran Jornada Eucarística de los Sagrados Corporales' en
conmemoración del episodio ocurrido en 1239, conocido como el “Misterio de los
Corporales”, cuando aparecieron varias formas consagradas ensangrentadas tras
rechazar las tropas del rey Jaime I un ataque musulmán. Una fiesta religiosa y
litúrgica en la que la Serranía Baja ha tenido su representación con vecinos y
fieles llegados desde la Parroquia de Carboneras de Guadazaón.
La jornada, que recrea todo el oficio del Corpus
Christi, comenzó con rezo de laudes y la posterior misa en la basílica del
Corpus Christi en el Monte Santo, tras la cual tuvo lugar la exposición del
Santísimo con turnos de adoración. Ya por la tarde tuvo lugar una procesión
eucarística desde la basílica del Corpus Christi hasta el templo parroquial,
con el Santísimo bajo palio, como en el Corpus, y una vez en la parroquia se
celebraron las vísperas solemnes. A continuación, los fieles pudieron venerar
la reliquia del beato José Aparicio, natural de Enguera y mártir en 1936, quien
recuperó la tradición esta celebración hace más de 80 años y fundó la Hermandad
del Santísimo Misterio de los Corporales.
En la celebración participaron, como cada año,
peregrinos procedentes de localidades cercanas de la comarca de La Vall
d´Albaida así como de Daroca (Zaragoza) y Carboneras de Guadazaón (Cuenca),
poblaciones hermanadas con Llutxent por albergar los corporales, la primera, y
la Santa Hijuela, el lienzo que cubría las sagradas formas, la segunda.
Una
'Hijuela' de batalla
En febrero
de 1239 (ó 1240) ha adelantado sus tropas al castillo de Chío, en el Pinet,
junto a Luchente, don Berenguer de Entenza, general del rey don Jaime I, su tío
y señor. Aposentada la tropa en el hoy llamado Monte Santo, Algira o Puig del
Codol, los ejércitos se miran recelosos a pesar de las treguas acordadas y los
pactos. Con don Berenguer de Entenza hay catalanes, darocenses y nobles de
Calatayud y Teruel. En don Berenguer no priva, precisamente, el deseo de
cumplir lo pactado y desea cubrir el castillo para así dominar caminos de
Albaida, Alcoy y Denia.
El guerrero cataloaragonés desea ardientemente la
batalla y arenga a los soldados. Como comienzo no puede faltar la Misa que
oficia el capellán Mosen Mateo Martínez. Momentos que aprovechan los musulmanes
valencianos para iniciar ellos el ataque. La celebración es interrumpida y el
sacerdote esconde bajo una piedra el pan consagrado mientras los cristianos
contestan eficazmente el ataque. La escaramuza no da resultado definitivo
alguno y terminada cada cual vuelve a su enclave: los capitanes de don
Berenguer desean recibir la comunión interrumpida y todos van al improvisado
sagrario donde Mosen Mateo escondió las formas consagradas. Las Formas están
sobre los Corporales, pero su aspecto es bien distinto al de momentos antes:
están pegadas y sangrantes sobre el lienzo, tiñendo también la hijuela. Ante el
prodigio se alzan los gritos de admiración y fervor. Los moros los interpretan
contrariamente y vuelven a la pelea por lo que suponen confusión en el campo
cristiano. Ya tienen motivo de defensa y estímulo los cristianos. Bajo aquel
improvisado pendón sagrado los aragoneses toman el castillo y vencen al
musulmán. Realidad: los Corporales y las Formas sangrantes, la Hijuela
manchada.
No bastan
luego para la posesión de esta Reliquia la suerte de los dados ni otros sorteos
-- siempre señalando su posesión a Daroca --. Y echan mano a una acémila tomada
al enemigo que, pasando poblaciones y ciudades, da con Daroca, poseedora, desde
entonces, del prodigio y los Sagrados Corporales. Por la ciudad aragonesa pasan
y pasan monarcas y personajes gloriosos, la noticia llega a la Sede Romana y
crecen los privilegios papales, las indulgencias y jubileos. Pasado el tiempo
llegan también los reyes de Castilla y Aragón, doña Isabel y don Fernando,
quienes dotan el templo de Santa María y Basílica espléndidamente, sustituyendo
el viejo marco románico por un hermoso retablo de jaspe y montando la prenda
sagrada en un nuevo relicario de metal precioso. Es un 25 de noviembre del año
de 1495. El Cabildo de Daroca regala a S.S. A.A. la Santa Hijuela de los
Corporales que obra en poder de la Reina hasta su muerte. Confirmados en el
Marquesado de Moya don Andrés de Cabrera y doña Beatriz de Bobadilla, nobles
cercanos a los Reyes y que tanto influyeron en el reinado, llegando a ser la
causa primera y principal de la coronación de la infanta Isabel a la que
convierten reina de Castilla en Segovia, dando la definitiva palabra -- doña
Beatriz -- en orden al descubrimiento de América; la Marquesa hereda la
reliquia de la Santa Hijuela y la da en custodia a los dominicos del recién
fundado convento y colegio de Carboneras en los límites mismos del Marquesado
cuya línea marca el Guadazaón. Desde entonces es venerada en Carboneras. (CARLOS DE LA
RICA)